8/12/14

La COP y la Educación Ambiental‏

En la inauguración de la COP el Ministro de Educación señaló que la educación debe formar “ciudadanos ambientalmente responsables” y que los ministerios de educación deberían ser “ministerios para el desarrollo sostenible”
La educación ambiental ha sido marginal a las prioridades educativas. Impulsada desde el 2005 por la Dirección de Educación Ambiental (DIECA), consiguió avanzar a través de gestiones que la pusieron casi a pie de página. Gracias a este esfuerzo hoy existen alrededor de 14,000 escuelas con “logros ambientales”, es decir dos de cada diez en el país. Desde el 2012 se cuenta con una Política Nacional de Educación Ambiental.
Terminada la COP ¿qué pasará? Si no han sido frases para la foto, esto exigirá asumir que “ciudadanía ambiental” no es sólo formar estudiantes que cuiden el medio ambiente, sino estudiantes reflexivos y críticos, que entiendan los problemas ambientales como problemas complejos y ubiquen sus causas y responsables.
La acción educativa no puede limitarse a contribuir a la mitigación y adaptación frente al cambio climático. Debe educar de manera emancipatoria hacia la modificación de modos de vivir y producir irracionales y depredadores. Implica cuestionar propuestas de “desarrollo” regidas por el lucro y a costa de la destrucción implacable de la vida. Hoy, niños y jóvenes crecen y se forman en representaciones de un mundo que compite y devasta y pueden educarse, bien para adaptarse al modelo de “crecimiento”, o bien para transformarlo.
Se requiere una ambientalización del currículo y colocar lo ambiental en el centro de la formación ciudadana. Ya la UNESCO planteó que el currículo se organice en torno a problemas nodales-ambientales en lugar de las áreas tradicionales (Hollander 2014). La educación debe conjugar democracia con justicia ambiental porque hoy no sólo se requiere inclusión social sino defensa del derecho a vivir en un ambiente sano. Hay que refundar el “contrato social” que cimentó la democracia porque tuvo en su origen una ceguera absoluta frente a la cuestión ambiental (Nussbaum 2007) e incorporar el desafío ambiental en las constituciones, leyes, educación y cultura.
Lo ambiental no puede seguir siendo marginal en la gestión educativa sino mandatorio y vinculante para todo el quehacer nacional y descentralizado. Todas las escuelas deben ser ambientales, no sólo las que impulse la DIECA. Necesitamos normas que obliguen a que los gobiernos regionales se comprometan con logros ambientales en educación, siendo evaluados por ellos.
La escuela autorreferida, ajena al contexto social, económico y ambiental acartonada en la rigidez de sus aulas, y rutinas y temerosa de la “politización” que acarrea asumir el tema ambiental, no va más. Se requiere abrir la escuela a la comunidad y vincularla a los actores de cuencas y territorios, para, desde allí, comprender el funcionamiento de los ecosistemas y producir saberes contra hegemónicos. El reto es enlazar la escuela con la agenda ambiental local y global.
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Teresa Tovar
No hay camino hacia la libertad, la libertad es el camino. 
(Mahatma Gandhi).